La infección vaginal es un cuadro frecuente dentro de la practica ginecológica y muchas veces constituye todo un reto identificar el agente causal, pues en situaciones particulares que se describirán a continuación, la sintomatología persiste a pesar del tratamiento.
En este grupo de enfermedades de difícil tratamiento se incluye la vaginosis citolítica, enfermedad que se caracteriza por una proliferación excesiva de la flora vaginal de lactobacillus, denominado también lactobacilosis. El aumento de la acidez del medio vaginal condiciona el daño a nivel del epitelio generando su muerte y un proceso inflamatorio caracterizado por flujo vaginal blanquecino que puede confundirse con una vaginitis micótica es decir debido a hongos; ademas de ello también esta presente el prurito y/o ardor genital, los cuales se presentan en forma cíclica, después de la mestruación.
En la vaginosis citolítica, el cultivo de secreción vaginal identifica el desarrollo de flora comensal (lactobacilos), ausencia de otros microorganismos patógenos como cándida albicans, trichomona, clamidias, entre otros patógenos como causantes de los signos y síntomas vaginales. En el estudio Gram se identifican lactobacillus abundantes y ausencia o escasos leucocitos. El pH será anormalmente ácido entre 3.5 y 4.5; y en el estudio de biopsia o extendido citológico se observa la lísis o muerte de las células epiteliales vaginales (células fragmentadas). El tratamiento de la vaginosis citolítica incluye el uso del bicarbonato de sodio para las duchas vaginales y el uso de antibióticos para disminuir la población de lactobacillus.
La vaginitis candidiásica recurrente es una enfermedad también presente en la práctica ginecológica. Las molestias de flujo vaginal y prurito genital pueden afectar enormemente la calidad de vida de la mujer afectada. Se define como recurrente cuando la mujer es afectada por 4 o más episodios de vulvovaginitis candidiásica en el transcurso de un año. Existen factores de riesgo habituales que propician infecciones vaginales micóticas recurrentes tales como diabetes mal controlada, abuso de antibióticos, niveles altos de estrógenos, estrés, uso de esponjas vaginales, diafragmas, etc; circunstancias que alteran el ecosistema vulvovaginal y/o la respuesta inmune. Es importante tener en cuenta el diagnóstico diferencial con otras vulvovaginitis recurrentes infecciosas como la vaginosis bacteriana recurrente, tricomoniasis no diagnosticada, herpes genital recurrente y por causas no infecciosas como las dermatitis y dermatosis (eczema, atopía, psoriasis, dermatitis por contacto), vaginitis atrófica, vaginitis citolítica, vaginitis descamativa inflamatoria, liquen, manifestaciones vulvares de las enfermedades del colágeno. El diagnóstico debe confirmarse siempre mediante la toma del cultivo y el tratamiento se basa en el uso de antifúngicos imidazólicos como el clotrimazol, fluconazol, itraconazol, en forma tópica o por vía oral, con un tratamiento inicial para eliminar los síntomas que puede durar de 1 a 2 semanas; y a continuación debe complementarse con un tratamiento de mantenimiento durante 6 a 12 meses. Merece resaltar que el contagio a partir de una pareja sexual infectada o colonizada no ha sido demostrada por lo tanto, el tratamiento de la pareja no ha demostrado una mejoría evidente.
En cuanto a los probióticos; la literatura medica reporta el beneficio de la ingesta de sustancias que contienen colonias de lactobacillus, como un modo de estimular el crecimiento de la flora vaginal normal y así evitar las adherencias de los microorganismos patógenos evitando la infección vaginal e inclusive las infecciones urinarias recurrentes. Al respecto no hay suficientes evidencias y es necesario trabajos de investigación con mayor rigor metodológico para que sus conclusiones tengan un mayor impacto. Los probióticos contienen microorganismos vivos que cuando se administran en cantidades adecuadas brindarían un beneficio para la salud de las personas. Si bien es cierto que la FDA (Food and Drug Administration de EEUU) lo reconoce como suplemento dietético, pero no como alternativa terapeútica. Para la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura; los probióticos son reconocidos como seguros pero aún así su uso excesivo podría propiciar infecciones sistémicas y a nivel local un cuadro denominado como vaginosis citolítica de alli su precaución en su uso.
Comments